martes, 26 de junio de 2012

En México se mata a migrantes y se amenaza a quienes los defienden: Alejandro Solalinde

 
Roma, Italia. Miembros de las Brigadas Internacionales de Paz (PBI), Amnistía International y voluntarios del centro social La citta dell’utopia, organizaron el encuentro público ¡Sin fronteras! Migración, derechos y represión en México, con el sacerdote y defensor de derechos humanos, Alejandro Solalinde, para hablar sobre la violencia que padecen los migrantes centroamericanos que cruzan por territorio mexicano en su camino hacia los Estados Unidos.

Solalinde estuvo en Italia con la idea de hablar con funcionarios del Vaticano sobre las recientes amenazas de muerte que ha recibido por su labor al frente del albergue Hermanos en el Camino, en Ixtepec, Oaxaca.

En la siguiente entrevista concedida a Desinformémonos, el padre Alejandro Solalinde habla de su percepción sobre los riesgos que entraña el trabajo de defensor de los derechos de los migrantes y, en particular, sobre sus impresiones acerca de las seis amenazas que ha sufrido desde mayo. 

La situación de los defensores y defensoras de los migrantes se ha vuelto muy peligrosa en México, al igual que el trabajo de los periodistas que hablan sobre los altos niveles de corrupción relacionados al tráfico de personas, como los que han sido asesinados en Veracruz. Esto nos dice el alto grado de riesgo que implica la defensa de los migrantes. La ambición crece porque estás defendiendo la mercancía de los poderosos, y nosotros estamos resueltos a defender a las personas, entonces, obviamente hay una confrontación.

Durante su encuentro con el público italiano, Solalinde denunció la reducción del migrante a mercancía por parte de políticos, narcotraficantes y policías, señalando las diversas formas de extorsión y violencia que supone la trata de personas. A continuación el sacerdote detalla el caso de Oaxaca. 

Oaxaca es un estado maravilloso con gente muy linda, pero ha sido corrompido durante muchos años por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Este partido se ha mantenido en la región a través del cacicazgo, no hay democracia. Los caciques, a la hora de elecciones, exigen a la gente que entregue sus credenciales de elector, de manera que estos personajes manejan carteras enteras de electores que al final terminan favoreciendo a los candidatos priistas.

Yo mismo, sin siquiera proponérmelo, desenmascaré a un cacique del ex gobernador Ulises Ruíz, un proveedor de votos como tantos, que también es surtidor y negociante de otras cosas, porque ahí en esa zona hay droga.

¿La zona de Ixtepec? 

No, es la zona del Bajo Mixe, ahí donde está el pueblo de Nuevo Santiago Tuxtla, es propiamente donde termina la sierra oaxaqueña y comienza Veracruz. Es una zona altamente estratégica por tratarse de la puerta del Golfo, y ahí están los Zetas. También han habido muchos secuestros de migrantes. Además, en esta zona se siembra una gran cantidad de estupefacientes. Incluso se sospecha que podrían existir laboratorios, dada la alta concentración de amapola y marihuana.

Curiosamente es una zona muy cuidada y defendida por Ulises Ruíz. Ahí el ex gobernador tiene un rancho, y tiene a su compadre –al que ha defendido a capa y espada. Pero ese compadre ahorita está señalado ante la justicia por sus actividades, yo mismo le puse una denuncia, pero además de la mía hay doce más de gente desplazada de sus tierras por este señor, gente que antes no se animaba a denunciar, pero ahora sí. Y nosotros hemos estado presionando a las autoridades, especialmente a la Procuraduría de Justicia, para que se trabaje, porque si no hay presión no hacen nada. Por esa razón Ulises Ruíz me odia a muerte, porque yo nunca le he permitido que nos quiten el albergue, y entonces él no puede hacer sus negocios tranquilamente. El albergue le estorba. ¿Me explico?

¿O sea quela defensa de los migrantes que ustedes llevan a cabo les altera el negocio, por así decirlo?

Si, absolutamente, es un negocio el tráfico de migrantes y la presencia de un albergue de esta naturaleza es un obstáculo. Las amenazas de muerte las comencé a recibir desde abril y mayo.

¿Las amenazas coincidieron con el proceso legal que ustedes llevan adelante en contra del compadre del ex gobernador?

Claro, nosotros logramos concentrar en el albergue a los desplazados mixes e hicimos el centro jurídico para que llegaran los ministerios públicos y los procuradores a recibir las denuncias de los mixes. Y eso debe haberle dolido mucho a Ulises, porque le toqué a su encargado, a su incondicional. Ulises armó a este señor, le dio armas de alto poder, de manera que prácticamente tiene un grupo paramilitar en la zona. Este cacique, por otro lado, ha puesto columnas de cemento con cadenas, y es el único que puede decir quién pasa y quién no, no olvidemos que a través de esta zona se conecta la capital de Oaxaca con el estado de Veracruz, es un lugar estratégico.

A las personas que entran, las amenaza. A mí de hecho me detuvieron junto con mis escoltas, los desarmaron y uno de ellos fue golpeado. A mí me encañonaron con un arma larga, y esta persona ordenó que fuéramos llevados a la cárcel. Nos quitaron los celulares. Se contravinieron todas las medidas cautelares a la hora de nuestra detención. Y quién sabe si hubiéramos salido con vida de ese lugar, de no haber sido por la intervención de la madre de uno de mis escoltas, seguramente nos hubieran matado como lo han hecho ya con mucha gente. 

Alejandro Solalinde se refiere al ataque que sufrió en el pueblo de Nuevo Santiago Tuxtla, el 30 de diciembre de 2011. El cacique local lo encarceló a él y a sus escoltas durante cinco horas en la prisión municipal; Solalinde visitaba a la familia de un migrante que vive ahí. El religioso y sus escoltas lograron escapar tras la intervención de policías armados enviados por el gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, luego de que la madre de uno de los escoltas se comunicara con el procurador del estado. Se cree que las amenazas de muerte están relacionadas con este incidente, pues el ejército comenzó a “peinar” la zona, encontrando varios sembradíos de droga, tal como afirmó Solalinde.

¿Cuál ha sido la respuesta de la gente a toda esta situación? ¿Ustedes han llevado a cabo labor de concientización? 

Hemos tratado de hacerla, pero con pocos resultados. La repuesta de la comunidad católica ha sido muy triste, como en Ixtepec. La respuesta de las comunidades cristianas y evangélicas ha sido también de indiferencia, y sólo un pastor ha respondido. Los párrocos de la iglesia católica tampoco han respondido, ni siquiera han ido al albergue. No les interesan los migrantes y piensan que yo hago todo esto por protagonismo. El problema real no les importa, por eso nos hemos sentido solos. Cuando se juntaron las amenazas de muerte y vieron que el peligro venía de políticos mexicanos -sobre todo de Oaxaca-, entonces Amnistía Internacional y las Brigadas Internacionales de Paz me pidieron que saliera dos meses de Oaxaca.

¿Cuál fue la respuesta del Vaticano? 

Tuve dos contactos con el Vaticano. Uno mediante PBI, ellos solicitaron el encuentro. Lo hicieron pensando que sería interesante plantear la situación de los migrantes, igual que la de las defensoras y los defensores. La cita la teníamos el lunes 4 de junio, era una reunión con el doctor Guzmán Carriquiry Lecour, secretario general de la Pontificia Comisión para América Latina. Llegué puntualmente pero no fui recibido.

Ls secretaria me dijo que el señor Carriquiry no podía recibirme porque estaba con alguien más importante, un obispo, según me dijo. Ella esperaba que yo entendiera la situación porque estábamos en el Vaticano, pero yo insistí. Entonces me mandaron a un sacerdote muy joven que no estaba enterado en absoluto de la cuestión que yo venía a tratar, y al que tuve que explicarle por qué era inútil plantearle la situación a él.

La “reunión” con el Vaticano no rindió frutos. Al margen de la negativa, el padre Solalinde habló de lo mucho que le impresionó el lujo de la capital de la iglesia católica. Estaba impresionado por la fastuosidad de las columnas de mármol y los amplios salones con sus ingresos custodiados por la guardia suiza. Al final de la entrevista, habló sobre su regreso a México.

¿Con qué garantías regresa?

Con ninguna, con la garantía de nada. Pero no voy a regresar al albergue sino hasta el 3 de julio, porque prometí estar dos meses fuera para que se enfriara el asunto. El equipo del albergue me dice que “si tú estás el ambiente se calienta, es mejor que estés un tiempo fuera para que se enfríe”.

¿Y el albergue sigue funcionando?

Sí. Gracias a dios tengo un excelente equipo. Pero además, estas tres semanas que faltan estaré haciendo ejercicios espirituales y, más que nada, escribiendo, pues no he tenido tiempo de hacerlo. Tengo muchas cosas que asimilar, muchas cosas que ordenar; voy a aprovechar que estaré en silencio y desconectado de la prensa y de los celulares. Pero yo le prometí a mi equipo una cosa: voy a hacer todo esto, lo voy a cumplir, pero si yo sé que hay algún problema o pasa algo grave en el albergue, entonces rompo mi palabra y voy para allá. Yo puse esa condición, y en eso quedamos.

Hasta ahorita el equipo está trabajando muy bien, son hombres y mujeres muy entregados. Ellos no están pidiendo nada, son voluntarios muy valerosos y muy jóvenes que quieren mucho a la gente.

Entrevista publicada en Desinformémonos: http://desinformemonos.org
URL: http://desinformemonos.org/2012/06/en-mexico-se-mata-a-migrantes-y-se-amenaza-a-quienes-los-defienden-alejandro-solalinde/

lunes, 12 de marzo de 2012

Pensamiento migrante: de semántica y otros cuentos

 
Por Miguel Ledesma


Mientras sean desaparecidos no puede haber ningún
tratamiento especial, es una incógnita, es un desaparecido,
no tiene entidad, no está vivo ni muerto, está desaparecido.
General Jorge R. Videla
 


Muchas son las sorpresas que se encuentran viviendo en un contexto lingüistico distinto al propio. Basta con mencionar la gimnasia del esto se llama así esto se pide así, o la recreación anticipada de las descripciones (con todo y gestos) que le haremos a la empleada para que nos guíe hacia un producto cuyo nombre, obviamente, desconocemos. Es una cuestión de práctica, como en todo, que al final te va permitiendo habitar el idioma que te hospeda con cierta comodidad. 

s complicado resulta el terreno de la socialización. No sólo porque tu carencia de historia/contexto termina dejándote inevitablemente fuera de la mayoría de las conversaciones, sino también porque crearte una cotidianidad significa atravesar una tupida selva de lugares comunes alrededor de tu nacionalidad (o lo que sea que eso signifique). Entonces, sin mayores inconvenientes, comienzas a hablar del fin del mundo que predijeron los mayas; de las playas de Cancún y –¿por qué no? , del lago Titicaca y los migrantes italianos en Argentina -que no tienen mucho que ver con México, pero a veces uno termina divagando sobre esas y otras cosas
  
Como hispanohablante, por otro lado, no puedo no notar los préstamos que le hace mi idioma al italiano: goleador, mundial, murales, tacos, chiringuito, corrida, poncho, tequila, palabras que hacen referencia al deporte, al arte, la comida y la fiesta. Pero están también aquellas otras de origen e implicaciones más oscuras, como golpe (de Estado) y golpista (normalmente un general hijo de puta) y desaparecidos

Por supuesto que en el italiano, como en todos los idiomas que se hablan en este maltrecho planeta, existen muchas palabras extranjeras de uso común en el lenguaje de todos los días. Sin embargo es muy significativo que ciertos sucesos en la historia reciente de América Latina hayan quedado registrados como verdaderos préstamos semánticos en un idioma que se habla  solamente en Europa. 

Se dice que la presencia de dichos préstamos sugiere el empobrecimiento de una lengua, porque a pesar de que la misma palabra existe en los dos idiomas, en el imitado tiene un significado o una connotación que en el otro no existe. Aquí yo me inclino a pensar que la riqueza es relativa, porque si en Italia se han adoptado este tipo de palabras, es porque este país no ha tenido que padecer los horrores que sí se han experimentado en Latinoamérica. 

Efectivamente, durante la década de los setenta y buena parte de los ochenta, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil sumaron poco más de 50 mil asesinatos, 37 mil desapariciones, 400 mil presos políticos y poco más de cuatro millones de personas que se vieron obligadas al exilio. Podríamos decir entonces que aquí se encuentra el certificado de suficiencia para que golpe, golpista y desaparecidos hayan ingresado oficialmente al vocabulario italiano sin mayores problemas
 
Lo curioso es que muchos gobiernos luchan todavía para que nadie nos quite ese bizarro privilegio. Y es que si durante la década de los ochenta la guerra contra el marxismo (Washington dixit) se intensificó en Colombia (donde todavía continúa) y Centro América, en el presente, luego de varios años de una dudosa paz, es México quien está a la vanguardia en términos de violencia, gracias a una supuesta guerra contra el narcotráfico, declarada hace cinco años por el presidente Felipe Calderón.

Se trata de una guerra que hasta el día de hoy ha cobrado la vida de 60 mil personas y la desaparición de poco más de 10 mil. Fresca en su desarrollo, parece inaprehensible para quienes buscamos entenderla, lo mismo que deliberadamente ocultada para quienes viven más allá de nuestras fronteras. Hace un par de meses, estando todavía en México, me decía un profesor de mi universidad (exiliado argentino, por cierto) que la única manera que existe para hacerse una idea de lo que está sucediendo es leer el día a día de esta guerra. Sea o no de una estrategia correcta, me parece sintomático que la mayoría de los libros que se ocupan del tema estén hechos precisamente por periodistas.

La versión oficial busca convencer a la gente de que se trata de una lucha del bien contra el mal: la guerra justa de un gobierno decidido a acabar con el crímen organizado. Hay quenes piensan que se trata más bien de una confrontación entre el cártel representado por el propio gobierno y el resto de la criminalidad organizada, cuyo origen se encontraría en el control del mayor mercado de drogas a nivel mundial, los Estados Unidos. Hay, por otro lado, quienes tienen una visión más global del asunto y que, sin excluir la variable de la economía criminal, señalan la presencia de una estrategia más amplia de origen estadounidense, complicidad mexicana e implicaciones geopolíticas. 

Me inclino por la tercera opción, que contiene a la segunda y denuncia la falsedad de la primera. Hablar de ella a detalle escapa a los límites del presente artículo. Me limito a señalar algunas cuestiones:

En primer lugar, es evidente la participación de los Estados Unidos en la guerra, a través del así llamado Plan Mérida, que incluye el financiamiento, la asesoría y entrenamiento de los cuerpos de seguridad mexicanos en el combate a la delincuencia. En segundo lugar la estrategia del gobierno de Calderón se ha centrado en atacar la producción, el traslado y el consumo de drogas, mientras deja intactas las estructuras financieras del narcotráfico. Por último, no deja de llamar la atención que en el contexto de esta guerra se han incrementado exponencialmente los ataques a organizaciones sociales y de derechos humanos, lo mismo que al movimiento indígena.

Estados Unidos no sólo es el mayor consumidor de drogas a nivel mundial, también es uno de los principales vendedores de armamento. Los narcotraficantes mexicanos necesitan colocar sus productos en ese enorme mercado, pero también incrementar cada vez más su poder de fuego mediante la compra de armas. Esta interdependencia, vista en el más amplio marco de las relaciones bilaterales México-Estados Unidos, resulta ser más que reveladora cuando se tiene claro que la criminal no es una instancia aparte de la economía, sino una de sus componentes. 

La violencia, por su parte, deja entrever otra dimensión de la complicidad en el testimonio de los sobrevivientes o en los familiares de las víctimas. Desde siempre el gobierno habló de muertes, detenciones y desapariciones como producto del debilitamiento de los cárteles que, dice, pelean salvajemente por mantener o conquistar mercados y territorios. Entonces los medios masivos de intoxicación no tenían ningún escrúpulo en calificar a cualquier muerto de criminal”… o al menos así era hasta que la gente que ha sufrido los estragos de esta guerra empezó a reconocerse como parte de un drama colectivo y no como casos aislados, producto de la mala actuación de algunos elementos del Ejército. 

Agrupados en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, familiares de las víctimas y colectivos opositores a la guerra se han encontrado por todo el país. En las plazas públicas, en los parque y en los mercados populares, la gente se reune a hablar de sus experiencias y organizarse para exigir justicia. En medio de estos encuentros, el caso de los desaparecidos es uno de los más desgarradores. Como en una postal de la Argentina en los años 70, aparecen mujeres y hombres de todas las edades que buscan al marido o a la esposa; al hijo, al sobrino o al tío el grado de parentezco no es una limitante cuando de desapariciones se trata. 

Son numerosos los relatos de personas que buscan a sus familiares sin la ayuda de las autoridades. Cuando se trata denunciar la desaparición de una jovencita, por ejemplo, es casi una tradición que los ministerios públicos les respondan que se ha de haber ido con el novio. Otro clásico es el,“¿por qué deja salir a su hija con minifalda, señora?, que preguntan los policías en Ciudad Juárez, Chihuahua, una zona que se ha vuelto internacionalmente conocida por la impunidad que rodea el asesinato de mujeres, todas jóvenes, todas obreras.

Si se llevaron a su hijo es porque algo habrá hecho, señor, dicen los policías cuando el Ejército se detiene a alguna persona de la que nadie vuelve a saber nada. Lo mataron porque seguramente andaba metido en algo, repite la gente con miedo, que cree que ignorar la realidad es el mejor modo para salvarse de ella. A veces, cuando es evidente que una persona fue asesinada por la policía o los militares, se dice que fue a causa de un fuego cruzado. En todos los casos el gobierno les llama bajas colaterales, disfrazando de excepción lo que todo el mundo sabe que es la regla. 

Y es que la batalla se está dando también en el terreno de los significados y las percepciones. Ahí donde la gente denuncia desapariciones, los medios de comunicación han optado por la palabra levantón (que hace referencia al hecho de ser levantado trad. explicación al italiano). Donde las organizaciones de derechos humanos denuncian ejecuciones extrajudiciales, los medios y el gobierno dicen narcoejecuciones.  En ambos casos se trata de culpar al crímen organizado y a las víctimas, a pesar de que se sepa que los implicados son policías o militares. 

Otro término que se está poniendo de moda es el de los falsos positivos. A muchos les costará creerlo, pero es cierto. Los militares reciben compensaciones por cada criminal que asesinan o encarcelan. Un premio más no oficial, por supuesto- es el botín de guerra, que se reparte según la jerarquía de los soldados. Los falsos positivos son aquellas personas inocentes que son asesinadas o secuestradas por el Ejército, y que casi siempre aparecen en la prensa como narcotraficantes abatidos por las fuerzas del orden. A las víctimas se les viste con uniformes militares y se les colocan armas; muchas veces los cuerpos aparecen a kilómetros del lugar donde fueron secuestrados. Se trata de una práctica que fue muy común en Argentina y que lo es todavía en Colombia. 

Por su parte la prensa sigue creando palabras para nombrar lo que sucede con el afán de generar miedo y pasividad. Entre las más comunes están aquellas que ostentan como prefijo la palabra narco: narcoejecución, narcofosa, narcopoder, narcogobierno, narcoestado. Y otras tantas que se refieren directamente a los asesinatos, como empozolado (cadáveres disueltos en ácido), encajuelado (cadáver en la cajuela de un auto), encintado (asfixiado con cinta adhesiva), encobijado (cadáver envuelto en una manta) y así por el estilo. 

En todo caso me pregunto cuánto de todo este narcoslang terminará en lenguas extranjeras

Muchas son las sorpresas que se encuentran viviendo en un contexto lingüistico distinto al propio, es verdad. Aún no puedo evitar sentir escalosfríos cuando alguien aquí dice desaparecido. Mi esperanza es que en su persistencia, el significado y las implicaciones de esta palabra, de este préstamo semántico, abran las puertas hacia el otro y lo otro. Que sea la solidaridad, esa ternura de los pueblos (como la llamaría cierto argentino que se hizo cubano y luego murió en Bolivia), y no la indiferencia, la que termine por definir esta guerra.  

Curiosamente hasta para las palabras existen controles migratorios, de hecho hay analistas que definen a los préstamos semánticos como inmigrantes mentales, que pertenecen un grupo más amplio, llamado inmigración léxica palabrejas sin permesso di soggiorno, por supuesto, que entrañan pequeñas bombas de otras realidades. 

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Advertencia: El presente artículo aparecerá publicado en la revista Laspro, Marzo-Abril. El texto, traducido al italiano, está dirigido a un público idem, que desconoce enormemente la situación que se vive en México... Otra advertencia para algún mexicano que se asome a estas letras es que la revista en cuestión es "literaria", y que al autor le pidieron hacer un esfuerzo de acrobacia argumentativa para que el texto se ajustara a la mencionada perversión.

martes, 31 de enero de 2012

Monti business


Roma, 31 de enero de 2010. Serán ya tres semanas que estoy de nuevo en Italia. Cuando me fui, Berlusconi tenía tiempo de haber renunciado y Mario Monti se estaba consolidando como el nuevo "preciso" sin demasiadas ceremonias. Antes de irme, las llamas de la crisis incendiaban el imaginario de los italianos, creando una especie de apocalipsis psicológico que ardía apenas se insinuaba el futuro (o sea a cada cierre de la bolsa de valores). No es que sostenga -como en su momento lo hicieron Felipe Caderón y sus compinches- que la crisis mundial sea una cuestión de percepción, de psicosis colectiva; pero ahora que me encuentro de regreso, a pesar de que el incendio (de la economía real) continua, pareciera que la calma se ha instalado por fin en este país.

Y es que si uno ve solamente la televisión, efectivamente da la impresión de que la crisis y sus peligros siguen ahí; sin embargo, la presencia del “profesor” (como suelen llamar por acá a Monti) y su gobierno –a diferencia del desparpajo y la disipación berlusconianas- ha terminado por imponer una ilusión de seriedad, de “manos a la obra”. Y entonces los largos servicios televisivos ocupándose de un nuevo primer ministro que se pasea triunfante y propositivo entre los líderes del mundo, y que restituye la dignidad nacional (sic) a los italianos, haciendo burlas y chistoretes elegantes a Ángela Mekel y Nicolás Sarkozy, los otrora tiranos y verdugos de la península.

En el frente interior, los técnicos han echado a andar sin demasiadas críticas el carro armado neoliberal. La famosa fórmula LPD (Liberalización, Privatización, Desregulación) se discute ya en las cámaras, en medio de la apabullante ignorancia histórica de la izquierda electoral, que apenas atina a objetar cuestiones de forma y no de fondo, buscando que el mercado, en vez de devorar cruelmente a sus víctimas, coma con la boca cerrada y use tenedor y cuchillo.

Mientras tanto, el trabajo de intoxicación mediática continua implacable.

Hace un par de días, por ejemplo, uno de los noticieros de la televisión estatal presentó un amplio reportaje sobre la manera en que los empresarios del norte de Italia (principal motor de la industria en este país), están viviendo la crisis. Durante media hora desfilaron frente a las cámaras los propietarios de toda clase de empresas, lamentándose de la incertidumbre económica y de las medidas “dolorosas” que han tenido que llevar a cabo para seguir produciendo. Hablaron de despidos de obreros que “eran como de la familia”; de la reducción de los salarios para mantener los puestos de trabajo restantes, y de su preocupación por el aumento de los impuestos y la invasión de los productos chinos.

En este escenario, urdir la trama de una realidad a modo, capaz de generar pasividad y consenso entre la opinión pública, requiere necesariamente de la construcción de un enemigo interno en todos aquellos que se oponen a las medidas anunciadas por el gobierno, o que simplemente protestan porque se resisten a morir de hambre. Esta ha sido la suerte de los transportistas que días atrás pararon la distribución de productos en todo el país, en demanda de mejores condiciones de trabajo (subsidios a los combustibles, exención del peaje, protección contra la asimétrica competencia de sus colegas de otros países, etc.).

Ante la fuerza y visibilidad que alcanzó esta protesta, los medios de comunicación no dudaron en vincular a los insurrectos a la mafia siciliana y a la camorra napolitana. Desgraciadamente no fue poca la gente que hizo suya esta descalificación, y en los escasos foros en los que se le dio la palabra a los transportistas, su tiempo se consumía irremediablemente en la refutación de estas vinculaciones, mientras los reporteros abundaban sobre la indignación popular frente al desabasto de alimentos.

Menos exitosa, en términos de visibilidad, fue la jornada de protestas del pasado 27 de enero. Organizaciones sociales, sindicatos, estudiantes y gente sin más, se dieron cita en las principales plazas del país para protestar por las medidas que se pretenden imponer en nombre de la liberalización de la economía. Entre los más afectados están los trabajadores de las Ferrovías del Estado, sobre quienes pende la amenaza del despido ante la inminente privatización que promueve el gobierno de Mario Monti. Sin embargo en los medios no sólo no se le dio cobertura a las movilizaciones, sino que se programaron amplios reportajes -con todo y sus “paneles de expertos”-, que hablaron sobre los enormes costos que representa la gigantesca e ineficiente burocracia italiana.

Y es que en este país, como ya sucedió meses atrás en Grecia, se preparan despidos en masa dentro del sector público. Una medida que en realidad busca darle liquidez al Estado italiano para pagar los servicios de su deuda, satisfaciendo de paso las exigencias del mercado en términos de permitirle la entrada a sectores que anteriormente le estaba vedados, o en los que se encontraba enormemente condicionado (salud, educación, transporte, comunicaciones, industria, etcétera).

Tras la designación de Mario Monti y su gobierno de técnicos, en Italia se vive una suspensión de la política. Se trata de un gobierno de facto, en donde el mercado se ha quitado, aunque sea momentáneamente, el estorbo de la simulación parlamentaria. Al respecto, el estancamiento y la falta de perspectiva de los partidos políticos es tan sólo un síntoma, el más visible. Sin embargo, la dimensión más grave de este momento histórico tiene que ver con el tratamiento de la oposición y la futura administración policíaca del descontento. No es casual que mientras se llevaba a cabo la mencionada jornada de protestas del 27 de enero, la policía organizó un operativo “quirúrgico” en el que se arrestaron a 25 opositores al tren de alta velocidad en Val de Susa, al norte de Italia, acusados de oponerse violentamente al ingreso de maquinaria a la zona en cuestión meses atrás.

En Italia y en Grecia es claro que el rey está desnudo. La más mínima forma de democracia, la más absurda, cuestionable y onerosa, la democracia representativa, está suspendida. Arriba deben estar contentos, pues la Unión Europea parece estar superando la molesta contradicción de la unión monetaria sin unidad política, gracias al incipiente éxito de los gobiernos del mercado.